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(Fecha: 01/08/2002)

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-(Los países de la región deberán lograr consenso interno si aspiran a obtener una ayuda seria )-

CRECIMIENTO Y CONCEPTO PAíS

Firma:Pablo T. Spiller
Catedrático de la Universidad de California, y Director de LECG, LLC
[ P ]El FMI no tiene incentivo en gastar miles de millones de dólares en ayudar a países inmaduros

** Nota **El énfasis puesto por los actuales gobernantes en lograr un acuerdo con el FMI y la falta de interés de éste en ese objetivo, debería darle qué pensar a nuestros políticos sobre la razón de la intransigencia fondomonetarista. ¿Será porque los países industrializados son injustos, porque los técnicos de los organismos internacionales son intransigentes y no reconocen la realidad política del país, o porque la administración Bush está en otra cosa y no se da cuenta de que la región se hunde? Todas estas razones son, posiblemente, ciertas. Pero ninguna por su cuenta, ni todas en conjunto, son suficientes para entender la situación actual. La realidad es que ni los organismos internacionales, ni los países industrializados, tienen incentivos en gastar miles de millones de dólares en ayudar a países políticamente inmaduros. Es decir, países en los que la ciudadanía, y sus representantes políticos, no han logrado armonizar un consenso sobre su concepto país.
 

Países cuyo concepto país es congruente con la realidad son los que atraen la atención de inversores, tanto nacionales como extranjeros. Por ende, logran crecer y otorgan a sus ciudadanos niveles adecuados de vida. Países sin concepto país, o con un concepto país incongruente con la realidad, crecen sólo en forma errática, fruto de factores aleatorios, como ser términos de intercambio sumamente favorables, o circunstancias políticas temporarias que favorecen la ayuda internacional. Pero desarrollo sostenido requiere inversiones sostenidas, y éstas no se dan sin estabilidad en las políticas económicas, lo cual requiere que las distintas fuerzas políticas del país estén básicamente de acuerdo sobre los grandes lineamientos económicos. Para que ese acuerdo sea consistente con la realidad del mundo, debe incluir, como mínimo, el libre comercio doméstico e internacional, la estabilidad monetaria y fiscal, y la libertad de movimiento de capitales.
 

Los países de la región, sin embargo, con la excepción de Chile, México y Colombia, son países políticamente inmaduros. Y en el caso de Colombia, el concepto país está bajo ataque militar. Los demás países, y en particular el triángulo de la Argentina, Brasil y Uruguay, no tienen un concepto país.

En los tres países, los políticos hablan sobre “modelos económicos superadosö, en lugar de enfatizar la necesidad de mantener constantes los tres puntos básicos de la política económica y concentrar su pelea política en otra cosa. Desacuerdos marginales sobre si se debe gastar más en educación o en defensa, invertir más en carreteras o en salud, son cuestiones políticas de primer grado en países políticamente maduros como Chile, Holanda o Canadá, donde la resolución de esos conflictos no afectará básicamente los incentivos a invertir en el país. Desacuerdos sobre si se debe o no pagar la deuda del Gobierno, si se debe o no permitir los movimientos de capitales, si se debe o no fomentar la producción industrial en vez de los servicios o la agricultura, si se debe o no nacionalizar la banca o el comercio exterior, si se debe o no mantener la convertibilidad de la moneda, son desacuerdos que ahuyentan al inversor, tanto doméstico como extranjero.
 

Los países hoy industrializados, como ser Taiwán, Corea del Sur o Chile, lo han hecho por haber alcanzado su madurez política. En esos países se puede discutir en forma acalorada si hay o no que cambiar las leyes laborales, pero no se discute más que el país está integrado al comercio internacional, que la propiedad privada es fundamental, que los movimientos de capitales se deben permitir, y que la deuda del estado es sacrosanta.
 

La realidad, entonces, es que hasta que el Fondo no vea que el país en cuestión, sea la Argentina, Brasil o Uruguay, logra un consenso interno para mantener esos tres puntos básicos de política como los fundamentos de la política económica nacional, no se obtendrá ayuda seria. En nuestro caso, ni el presidente Duhalde (véase su aberrante discurso inaugural o sus horrendas declaraciones como candidato presidencial), ni la oposición (tanto lo que queda de la UCR como los grupos que ahora se juntan a la diputada Carrió), están de acuerdo con esos tres puntos, y por otro lado los precandidatos justicialistas, excepto por el ex presidente Menem, tampoco están claramente identificados con estos tres puntos. Es por ello que es una esperanza fútil pensar que la solución de los problemas actuales del país pasan por el Fondo. La solución de nuestros problemas requiere la creación de un concepto país. Es aquí donde se requieren políticos maduros y responsables, que expresen su acuerdo con un concepto de país moderno y de libertad económica



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